Siete de la tarde en la entrada del metro de Tower Hill. El cielo cargado de plomo refleja las luces de la urbe. En el horizonte más cercano se ve uno de sus paisajes más reconocibles: la Torre de Londres con sus ecos del pasado y, al fondo, el Tower Bridge alzándose majestuoso sobre el Támesis. En mitad del trasiego de la estación hay un grupo de personas que remolonea esperando algo. El día está echando el telón y la hora de la cita con el asesino más famoso de la historia se acerca. Sin duda ya ha empezado a deambular al abrigo de la noche y de la leyenda. Todo está dispuesto: el techo encapotado amenazando lluvia, la niebla difuminando la luz de las farolas, el suelo húmedo, las palabras que salen envueltas con el vaho. «¿Estamos todos? OK. Vamos a Whitechapel. Jack nos espera», dice Donald Rumbelow, el guía, una autoridad en estos crímenes. Comienza a andar con el paraguas como bastón, y una treintena de personas le siguen, perdiéndose en la bruma.
PASEOS EN LA OSCURIDAD
Si quiere seguir las huellas de Jack el Destripador la oferta de paseos guiados por Whitechapel es abundante. Las rutas suelen partir de la entrada de metro de Tower Hill.
Whitechapel, el barrio de los horrores, sería hoy una zona un tanto anodina si no fuera por los mercados de Petticoat y Spitalfields. En el verano de 1888 las cosas eran bien distintas, aunque la vida no era nada fácil en aquel arrabal de Londres habitado por gentes con aspecto decarne de cañón. En el interior de las viviendas iluminadas por velas y quinqués se administraba la miseria como se podía. Afuera, lasprostitutas alcohólicas y desdentadas hacían la calle: calles como bocas de lobo donde resonaban los pasos sin que se adivinaran sus dueños, donde doblar una esquina era exponerse a una emboscada casi segura. Muchos de esos pasos furtivos se dirigían al «Ten Bells Pub», abierto en 1755 y todavía un clásico. Annie Chapman, una de las víctimas de Jack el Destripador, estaba trabajando en el pub la noche en que cerró los ojos para siempre. Una hipótesis: contactó con su asesino en el establecimiento, salió con él para hacerle el servicio acordado y fue acuchillada unos metros más allá, en Hanbury Street. Hoy el «Ten Bells Pub» es un agradable local en el que degustar unas pintas antes de continuar el paseo.
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